
Según Anto, la avaricia es lo opuesto de lo propio; no la propiedad privada (que hay que abolir), sino lo que explica qué somos nosotros: qué es nuestro cuerpo y qué es la espada que nos mata, por ejemplo, o cuál es nuestra piel y cuál la del otro. Lo nuestro somos también un poco nosotros, y hay cosas más nuestras que otras: no es lo mismo un póster de nuestro grupo favorito que una plancha, aunque cueste más pasta. La corrupción moral de la propiedad, entonces, sería el miedo a perder lo que tenemos y el ferviente dinero de acumular más: la avaricia.
Empecemos por un aviso a los ricos de Nieves: no acumuléis, que vais a reventar. Id vaciando las arcas, que si no es pecado…
Clemens nos habla de paraísos fiscales, esos bonitos lugares donde no se comparte la riqueza para el bien común, donde la ley no es la ley… ¿o quizá sí?
Esta semana nos habéis dejado unos cuantos refranes estupendos, que aderezados con definiciones de la avaricia y el resumen del programa, resultan en este cóctel:
Con Firefox, que con Explorer parecemos los pitufos, escuchad los audios; y ya sabéis: aunque sean de miel, no los chupéis…