Al principio era todo un poco confuso. Me levantaba a las siete y durante una hora, hasta llegar al trabajo, sudores fríos, se me salían los ojos de las órbitas, las manos no se podían estar quietas. Hasta que llegaba a la oficina, fichaba, un café, y tan tranquilo, quizá un poco apático, como indolente. Al rato, otra vez los sudores…
En cuanto di con la fórmula para enunciarlo, se hizo evidente cuál era el problema: era una cuestión de horas. En las impares, estaba, no sé… salido. A las nueve, a las once en punto. En esos ratos, le hubiera saltado a la yugular a mi chica, mi ex, su prima, incluso al becario calladito de la mesa de al lado de la ventana. En cambio, a las horas pares, nada. Nada de nada. Lo sé porque mi chica, mi ex, su prima, incluso el becario calladito han intentado estimularme en algunos momentos, y yo como de piedra. En las horas pares, claro.
Se lo conté a mi psiquiatra. Me he propuesto ser sincero con ella, por una cuestión sobre todo monetaria. Diagnóstico: trastorno obsesivo compulsivo. Se ve que mi psiquiatra estaba más pendiente de mis palabras que de lo que éstas contenían, y en fin, tomó por obsesión compulsiva lo que claramente era un problema de libido. Yo la entiendo, es que son muchos pacientes al día, y algunos deben de estar verdaderamente chiflados. (Por suerte, a mí me atiende siempre en horas pares, hace que todo sea más sencillo). Solución: unas pastillas alargadas rojas y rosas (qué mal combinan el rosa y el rojo, ¿verdad?, ¿verdad?).
Una semana después de estas pastillas, el asunto ha dado un vuelco. En realidad, se ha invertido. A las horas pares, los sudores y los etcéteras. A las impares, las piedras y las negativas. Hoy no he podido ir a la radio. A las siete tenía que salir hacia Vallekas, y era la única hora a la que me podía atender mi psiquiatra (bueno, también podía a las seis, pero he preferido no correr riesgos innecesarios). Esta vez sí lo ha visto claro. Es bipolaridad horaria. Hemos sustituido las pastillitas horteras por unas sólidas píldoras blancas en rombo, del tamaño de un garbanzo (grande).
Vamos a ver cómo reacciono mañana con el becario y mi chica (a mi ex y su prima no creo que las vea). Ya os contaré. Aún no descarto como solución la acupuntura. Seguro que se trata de atinar las agujas en el punto G, y listo.