EL CAMINO DEL BURGUÉS
Comienza un día anónimo, con un leve movimiento de una pierna para ponerte más cómodo en un asiento de autobus. Luego llega una parte de una canción que en vez de hacerte mover la cabeza, te deja quieto y placidamente reflexivo (aunque sea para mal). Luego te encariñas con un color, con un cielo, con el personaje de una serie, con un hombre que siempre está en el mismo sitio y un día te encuentras en la cima de una meseta desde donde se ve todo. Y ya no te puedes bajar, pase lo que pase. Cualquier cambio te importuna y tu único movimiento consiste en recolocarte, igual que en el primer autobus, para refrescar la sensación de estar dónde estabas.
EL CAMINO DEL VICIO
Primero te das un susto al descubrir que algo que parecía hermoso es monstruoso, quizá una chica, un trabajo, tu casa... así que lo pintas, le pones música, una peluca. Te echas hacia atrás y tratas de verlo como lo veías antes. Aunque no es lo mismo, te conformas y miras hacia otro lado. Antes o después en el otro lado pasa igual y tienes que mirar hacia arriba. Luego hacia abajo y así hasta que no hay angulo de tu vista en el que lo siniestro no haya dejado su huella. Y ahí con suerte dejas los porros.
EL CAMINO DEL MAPA
Hay tantos. Van desde la ruta del Cares hasta la Autopista del Mediterraneo. Todos, sin excepción, preciosos cuando están vacios. A mi en concreto me gustan las cunetas, los railes de tren, las gasolineras y los puestos de fruta. Cada cual tiene su canción su ritmo y su artefacto locomotor. Los pies con mochila y bastón, el caballo con fardos y rifle, El (otro) caballo de acero con ventanilla y traqueteo y por supuesto el coche-sofá con un videojuego delante y palomitas. Todos son máquinas del tiempo. Delante el futuro y detras el pasado. Y al final la muerte (a veces de peaje).
LA ENCRUCIJADA
Qué gran momento ese. Qué monumental la ineptitud del hombre ante un camino que se divide en dos. Qué cara de tonto más acertada. Qué detenerse cual mono ante un MP3. Mirando alternativamente a un camino y a otro y luego, siempre, hacia atrás (igual que el mono muerde con cuidado el aparato metálico nosotros miramos hacia atrás). Y luego según cada cual un paso firme o uno balbuceante, pero siempre un paso incierto, exactamente la mitad de las veces equivocado.
1 comentario:
A mí me gustaba mucho el camino que lleva a la playa desde mi casa del pueblo.
Me gusta caminar cuando lo hago con algunas personas.
Sólo también me gusta; ayer fui desde Calella de Calafrugell hasta el faro de San Sebastián y es un paseo precioso.
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