lunes, 16 de febrero de 2009

DE MARIPOSAS Y MOSQUITOS

De pequeño me fascinaban los insectos, era como si tuviesen un mundo especial para ellos, el mundo de los insectos. Durante los tórridos días de verano me sentaba en la arena a mirar el caminar de los escarabajos y siempre terminaba preguntándome si tendría algún sentido, si buscaban alguna dirección en concreto o caminaban por inercia. Ponía la palma de la mano sobre la arena para interrumpir sus trayectorias y al observar como subían a ella, sin inmutarse, mi desconcierto era enorme; "no saben a donde van", pensaba. Podía quedarme horas mirando y siguiendo las carreteras de pequeñas hendiduras que dejaban sobre la arena.
Con los saltamontes me pasaba algo parecido, corría hacia los maizales con los botes de cristal que me daba mi madre y tras hacer agujeros en la tapa, buscaba inquilinos dignos de ocupar aquel exquisito lugar; era muy meticuloso y resultaba muy complicado decantarse por unos u otros. Un color bonito, unas patas demasiado largas o unos ojos diminutos siempre eran la clave. Los insectos eran mi gran preocupación por aquel entonces.


Hoy hago un esfuerzo para no correr cuando veo cualquier tipo de bicho asqueroso, ¡qué repugnantes! Con ese zumbido insoportable capaz de sacarte de tus casillas y destrozar tu sueño, o con esa pasta viscosa y vomitiva que les sale del abdomen cuando son reventados. Joder con las cucarachas, qué asco. Ver una en tu casa te parte por la mitad de la impresión que da; asquerosamente marrón y brillante, asquerosamente gigante. Y las moscas no lo hacen mucho peor, posándose en cualquier cosa para pasarle por encima esa especie de trompetilla que tienen, lo mismo les da una hez que tus patatas fritas... cuando no son las dos.
Un día leí (no sé donde), que a lo largo de nuestra vida nos comíamos, al dormir, un número de insectos importante. Qué asco imaginar una pequeña araña entrando en mi boca abierta mientras duermo plácidamente. En serio, es que no puedo con los bichos...

¿Y tú qué?

7 comentarios:

NáN dijo...

Estoooo, lo de la mosca, la mierda y las patatas fritas, ¿no será en ese orden, verdad? Porque a veces el orden en que suceden las cosas es muy importante. ¡Lo dijo hasta Woody Allen!

Yo también creo que los insectos heredarán la tierra, pero como tienen un ámbito reducido, ni se enterarán los hijos de puta.

(Que se jodan, me alegro).

BRUNO dijo...

A mi me interesa saber que es lo que hace que nos den asco o miedo los insectos y no los elefantes, o las vacas. Creo, después de investigar un poco que tiene que ver con la imprevisibilidad de sus movimientos. Se diría que son pequeños robots irreflexivos que avanzan hasta que mueren. Son cabezotas insensibles y eso nunca cae bien. Nunca dirias que una mosca te mira a los ojos y "parece que te entiende" como nos pasa con los perros. Al contrario, es evidente que los insectos y los humanos no nos entendemos. Sin embargo lo que tememos de los insectos creo que es la enajenación mental que podríamos tener nosotros. Un insecto es el ejemplo de un humano completamente deshumanizado, completamente enajenado, animalizado, robotizado, idiotizado cosificado. No hagáis el insecto.

chus dijo...

Creo que tiene que ver con eso Dina y con algo que pasa en la madurez... a mi de niño me encantaban.

NáN dijo...

Hay un instinto de especie que sabe lo que le hace daño, desde mucho antes de que la ciencia revelara cómo se contagian las cosas.
Picaduras y dolor, enfermedad y hasta muerte es algo que está impreso en el cerebro.

Además, la atracción de los insectos por aquello que rechazamos (mierda y cadáveres) no da confianza.

Y sobre todo, como dices, nos sentimos totalmente ajenos a ellos.

June Fernández dijo...

Me ha encantado el análisis de Dina y creo que puede que de alguna manera explique porqué de niño te fascinaban y ahora te dan asco. Tal vez porque de niños no nos sentimos tan amenazados por todo. No sé.

En mi caso, mi actitud hacia los bichos de niña se resumía en "vive y deja vivir". No me atraían especialmente ni me daban especial asco o miedo. Sólo jugaba con mariquitas (por cierto, ¿verdad que ya no hay tantas como antes?) y me parecía fatal que mis amigos se dedicaran a torturar a bichos bola.

Hoy también me dan un poco igual. Las cucarachas son otra cosa aparte, claro. Sólo he visto una en mi casa y fue realmente traumático. Por cierto, cuando se trata de denfensa propia, no me cuesta nada ponerme a matar bichos, como los mosquitos. Faltaría más.

BRUNO dijo...

Y otra cosa muy curiosa, a ver qué os parece, es que cada cual elige normalmente un solo insecto como objeto de sus fobias. Por ejemplo June las cucarachas, otra gente las arañas, otros odian los bichos que repatan o que corren. Bien podíamos tener una gradación del asco pero no, suele repugnarnos algo muy por encima de todo lo demás. Dicen que es porque las carreteras de las ideas (el itinerario neuronal) se afianza con cada uso. No sé.

chus dijo...

Dina, a mí varios. Pero creo que son los imprevisibles los que más grima me dan. Una cucaracha no sabes qué va a hacer, por lo menos del saltamontes esperas que de un gran brinco...
Y lo de las mariquitas, June, igual es porque no nos fijamos tanto.