sábado, 4 de octubre de 2008

UN FUMADOR

Me resulta imposible posicionarme cuando pienso en el tabaco.
Acumulo todas las sensaciones que uno pueda imaginar, sólo se me ocurre enumerarlas:

-Qué placer fumarse un cigarro en compañía de un buen café, tras una comida copiosa, con amigos.

En mi pueblo hay un bar con unos ventanales enormes por los que la luz de la tarde entra salvajemente, siempre me acuerdo del humo de esos cigarros contorsionándose lentamente, asesinando las horas que no servían para nada. Tranquilidad.

-Qué mierda el hedor a noche en espacios con humo. La sensación matutina de que te han ahumado como a un chorizo.
Al abrir mi ojo izquierdo ya sé que he de gestionar la resaca rápidamente, lo mejor que pueda. Sobreviviré, ibuprofeno y quitarme el traje de humo, quitarme el traje de humo por favor... a la ducha. Puta mierda.

-Dolor de corazón por no poder hacerme un porro, le daré una calada al cigarro, joder, tiene pólvora.
Pienso cosas como esas del tabaco, pienso que tiene pólvora porque lo he oído muchas veces, no porque me lo crea, claro. Por eso los porros se apagan, porque no tienen. No puedo decir que no a un porro, en serio, no puedo.

-Voy a dejar de fumar cuando tenga 28 años, cuando tenga 29.
Eso nos decíamos ¿verdad? Es mucho más fácil saber que vas a hacer cosas. Hacerlas no es intelectualmente aceptable, es mundano y terrenal y, en serio, pierde mucho encanto. Prefiero repetirme las cosas importantes que haré, porque claro que las haré.

-He vuelto a fumar.
Joder he vuelto a fumar. Siempre me queda la opción de no comprar tabaco hasta darme cuenta de que empiezo a ser un gorrón. Vuelvo a comprar tabaco. Sí, he vuelto a fumar.

-El sondio del tabaco.
He logrado memorizar el sonido de una calada, ese que es como el crujir de matojo seco, leve, intenso, rojo. Me encanta. El humo desaparece para que podamos escuchar sin interrupción, como si lo hiciese a propósito. Escuchadlo, es flipante.

11 comentarios:

BRUNO dijo...

Que gran metáfora el tabaco. te mata despacio a medida que respiras, como la vida. Potencia el veneno que ya hay en el tiempo (en el de un vegetariano tántrico también) y te hace dueño de él. Te vende tu propia muerte. En mi opinión es baratísimo.

chus dijo...

Sí dina, sin duda. Yo he dejado de fumar sólo tabaco por no caer en el automatismo. Si no fumo marihuana o hachís ya no fumo nada. No tiene sentido aspirar humo sin más ¿verdad?.

Anónimo dijo...

No hay nada como levantarse por la mañana un domingo tras una juerga nocturna y ver que tu pelo huele a limpio... Maravilloso. Eso lo he disfrutado en ciudades europeas y parecía que todo el mundo se lo pasaba muy bien, no sé por qué aquí va a ser diferente.

Anónimo dijo...

Ay, Dina, yo también pensaba así. Muerte o vida (y la elección es clara, sobre todo si lo elegido es barato).

Luego, descubres que no es muerte, sino dolor e incapacidad. Y eso ya no tiene tanta gracia.

Tengo 70 cm de arterias de goretex. Y ya no hay dolor ni incapacidad. Todo va bien. Tres años y medio sin fumar, bebiendo a veces lo justo a veces 10 veces lo justo, comiendo lo que me da la gana, paseando, nadando.

¡Qué felicidad, ¿verdad?! Pues no, he vuelto a fumar, imbécil de mí. Sin metáforas. Sabiendo lo que sé y he vuelto a fumar. Empecé cuando creí que después de tanto tiempo un poco de maría con un poco de tabaco ya no me haría nada.

Voy a tener que dejarlo.

Tengo que dejarlo. Pero qué rico está.

NáN

chus dijo...

Nán, si no hubieses mezclado la maría con el tabaco, ¿hubieses caído igualmente?

Anónimo dijo...

no.

NáN

chus dijo...

Bueno, si lo has podido dejar una vez, podrás hacerlo otra.
Te deseo toda la suerte del mundo.

Walter Kung Fu dijo...

Yo me hice adicto a los carlospaqui cuando quise dejar el tabaco. Y cuando quise dejar los carlopaqui, no pude desengancharme del tabaco. Moraleja, soy fumador.

June Fernández dijo...

De pequeña me sentaba al lado de mi único tío fumador porque me encantaba ser fumadora pasiva. Mi primer cigarro fue un Ducados, a los 11 años, y me gustó. A los 13 empecé a fumar con regularidad, hasta dejarlo a los 19. Pese a esos antecedentes, ahora he logrado tener una relación con el tabaco que me encanta, inconstante, como casi todo en mí: fumo cuando me apetece, que suele ser con una infusión, una copa, una buena conversación o a solas cuando estoy especialmente nerviosa, depre, o con ganas de disfrutar en soledad de un pequeño placer.

Así que, yo que sé, entre tres y diez cigarros a lo largo de toda la semana. Espero poder mantenerme así. Marihuana, sólo cuando la oferta me resulta tentadora, por la situación, por la compañia...

Me has hecho sentir casi todo lo que describías. A mí también me flipa el sonido, sobre todo de la primera calada. Y sentir cómo baja el humo por la garganta. Hace poco estuve en Burdeos y me cabreó mucho no poder fumarme un cigarro con mi mojito. Pero es cierto que se agradece mucho que no te piquen los ojos, no oler al día siguiente...

Nán, siento lo de la recaida. Te mando fuerzas y cariño para contribuir a la causa...

yusef dijo...

Yo como June, entre tres y diez cigarros... ¡antes de entrar a la oficina! Anda que hacer un programa sobre el tabaco sin mí...

chus dijo...

Nán, pues igual no... no estoy muy seguro... No siempre me hago yo los porros jeje