La consulta de mi psiquiatra está cerrada por obras. Según me ha contado, ha decidido hacerla tipo loft. Ella considera que las paredes son un símbolo de las barreras mentales, así que va a eliminar los muros de conciencia que separan la sala de espera de la zona de chiflados en ebullición. He intentado convencerla de que con la nueva disposición arquitectónica nos oiremos unos pacientes a los otros, pero esta semana está a favor de la terapia de grupo y no le ve mayor inconveniente, más bien al contrario. Incluso ha pensado en eliminar el diván y montar una zona chill out en la que quepamos todos, aunque esto aún no lo tiene decidido.
Total, que por el momento tenemos que hacer las sesiones en mi casa. Me las prometía muy felices porque me evitaba el engorro de cruzar media ciudad para verla, y más aún cuando abrí la puerta y vi que traía, cual perfecta invitada, unos pastelillos para la merienda. Pero enseguida mi gozo en un pozo. Fue a meterlos en la nevera y descubrió el vacío vital en mis hábitos alimenticios. Ceño fruncido, nariz arrugada, inspeccionó el resto de la casa. No parecía nada contenta. Se sentó a la mesa y en dos minutos me encontré en la calle con una lista de la compra camino del súper. Me temía lo peor: que le hubiera dado por el feng shui y encontrarme al regreso, con seis bolsas en cada mano y bastante menos pasta en el bolsillo, la cama en la cocina, el sofá en el baño y la tele en un contenedor. Por suerte, nada de eso había ocurrido: es que soy un alarmista. Esta semana sólo le había dado por el trastorno obsesivo compulsivo, y me la encontré plumero en ristre y mi piso limpio como una patena. Lo malo fue que se nos había acabado la hora de la sesión, así que no pude hablar de mi infancia ni nada, pero al fin y al cabo el dinero estaba bien invertido: nunca mi casa ha estado tan ordenada. Eso sí, ha cambiado algunas cosas de sitio, y ahora no las encuentro. Entre ellas, mi medicación. ¿No tendréis unas pastillitas amarillas alargadas para prestarme unos días, verdad?
1 comentario:
Puede que tu psiquiatra esté como una "maniega", que quiera tu sexo o las dos cosas a la vez. Haz una lectura positiva de esta consulta jose. Lo mires por donde lo mires, la idea occidental de "casa" da asquito.
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